Hace unas semanas tuve la suerte de ver en La2 un documental que hablaba sobre la obselescencia programada, y como las empresas utilizan este concepto para «gestionar» la vida útil de los productos que diseñan, fabrican y comercializan. De esta forma se aseguran de que los usuarios finales tendrán que reponer en un momento determinado, decidido previamente, el producto defectuoso por uno nuevo. Esta corriente establece que es menos costoso desprenderse del objeto defectuoso que repararlo. Para la industria, esta actitud estimula positivamente la demanda al alentar a los consumidores a comprar de modo artificialmente acelerado nuevos productos. Dejando aparcada la discusión ética que esta manera de proceder puede generar en los usuarios, el principal problema que genera es la gestión de los residuos ocasionados por los productos y los propios procesos de obtención.
En su opinión: la industria y el medio ambiente no son contrarios ni enemigos, sino que, combinándose, pueden ofrecer oportunidades al comercio para mejorar la gestión del consumo en beneficio de las empresas, pero también de las personas y del planeta.

No obstante, una cosa está clara: el ciclo de vida de los productos es cada vez más corto por el gran avance de la eletrócnica y la tecnología, y los recursos son cada vez más limitados, por tanto las empresas que sepan anticparse a sus competidores creando diseños ecologicmanete inteligentes, tendrán una posición de fortaleza en su mercado. Puede que estemos ante la Próxima Revolución Industrial y tenemos que asegurar que sea verde y que genere beneficios tanto para las personas como para el planeta.